9.9.08

Viajar en tren, una travesía al límite

En una recorrida por la línea Sarmiento, lanacion.com registró testimonios de usuarios hartos de viajar mal; entre los 370.000 usuarios del tren los accidentes son moneda corriente; se deben a la tensión por el mal servicio, denuncian.

Graciela, empleada doméstica, se sube al tren en Merlo para bajarse en Once y no sabe con qué se puede encontrar. Siempre quieta y mirando hacia abajo, aconseja. Como para no molestar a nadie.

"Acá, enseguida se arma", dice. Y explica que el ánimo de la gente es tan "malo" que los desmanes y revueltas se inician con apenas un empujón y terminan quién sabe dónde.

"Hace unas semanas, frente a la puerta había tanta gente que empujaba por un lugar que terminamos en el piso. Primero una señora, después otros tantos más, y cuando me di cuenta yo era parte del montón", relata.

Así empieza su día esta humilde mujer emigrada de Santiago del Estero, que cada dos palabras recuerda que no es fácil vencer el miedo de subirse al tren todos los días. "Da miedo porque los grandes están nerviosos, con sus problemas, los jóvenes viven en su mundo con sus cigarrillos de paco o no sé de qué; todo hace que se viaje con miedo de que algo malo pase", cuenta, casi sin moverse en medio de los cuerpos apretados, abrazada a un caño con cartera y todo.

El olor a marihuana se hace cada vez más intenso según uno se acerca al vagón de carga. "Fijate que dice prohibido fumar", señala una mujer una calcomanía que, en rojo tiene estampado, un cigarrillo tachado.

La mujer, más de 60 años, también empleada doméstica, es de Castelar y viaja a Once. Se la ve tranquila con su bolso hacer las compras. Venía viajando el jueves pasado cuando se incendiaron los vagones en la estación de Castelar y Merlo. No se sorprende. "Se acumula bronca. Hasta yo que soy tranquila, cuando veo que nos hacen esperar tres horas por un tren roto, y siempre lo mismo, digo: ?Ma, sí?hay que prenderles fuego todo y que levanten esto de una vez y se dejen de joder".

A su lado, Jorge, un carpintero que viaja hace 30 años en tren cree que no se justifica esa violencia; pero también dice que está harto y que lo peor es que siempre fue y será así. "El tren es una vergüenza. No es justo que nos traten así eternamente", protesta.

Viajar en el tren de la línea Sarmiento es encontrar miles de postales de hartazgo. Una abuela con ojos húmedos dice que la avalancha de gente la llegó a tirar al suelo, que no puede venir con sus nietos; un joven recuerda que el tren de los trabajadores (pobres) no tiene por qué ser un corral de animales; un estudiante pide que alguien cuide que no le roben siempre la billetera; un señor tiembla al ver que del tren de carga sale humo por las ventanas; otro hombre mayor pide que se filme la puerta abierta de un vagón que ya está en marcha.

Estos son sólo algunos testimonios recogidos en la línea que une Once con el partido de Moreno, el trayecto en el que el jueves pasado se registraron graves incidentes. Allí viajan unos 370.000 pasajeros por día y, la propia concesionaria del servicio -Trenes de Buenos Aires- admite que "el servicio está saturado".


Nota Completa
La Nacion - 9 Sep 2008

Fotos por Tincho tomadas del blog amigo Viajé como el orto

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